¿Sabías que la alegría y la felicidad no son lo mismo? Aunque a menudo se usan como sinónimos, estas dos palabras tienen significados distintos. En este artículo vamos a aprender un poco más sobre estos dos conceptos y a descubrir qué herramientas te pueden ayudar a ser más feliz.
Alegría y felicidad: ¿son lo mismo?
La respuesta a esta pregunta es no, aunque están muy relacionados.
La alegría
La alegría es una emoción, eso significa que responde a un estímulo y que dura solo un instante. Si usamos la metáfora de la música, la alegría es una nota alegre y animada.
Es lo que podemos sentir cuando, por ejemplo, aprobamos un examen o nos informan que ha nacido nuestro sobrino.
Al saber la noticia nos alegramos, es decir, experimentamos una sensación agradable, de expansión y de energía. Generalmente, exteriorizamos la alegría de distintas maneras: riendo, compartiéndolo con las personas de nuestro alrededor, etc. Y, al cabo de un tiempo más o menos largo, esta sensación desaparece.
La felicidad
La felicidad es un sentimiento, y por lo tanto es una sensación más duradera. Los sentimientos están relacionados con nuestras experiencias, nuestras emociones, nuestra actitud frente la vida y nuestro autoconcepto. Continuando con la metáfora de la música, la felicidad sería la melodía de fondo de una canción.
¡Cuidado! Para ser más feliz no necesitas que todo esté perfecto. La felicidad no se consigue al llegar a un objetivo, como un premio, sino que es la sensación agradable que nos acompaña durante el camino. En otras palabras, es lo que sentimos cuando nos sentimos satisfecho con nosotros mismos, cuando vivimos de acuerdo con nuestros valores.
Sentimos felicidad cuando, al observar nuestra vida, sentimos que nuestra vida tiene sentido, que “vamos por buen camino”. En otras palabras, valoramos el tiempo y esfuerzo que dedicamos a nosotros mismos y a nuestros objetivos y nos felicitamos por nuestra evolución y aprendizaje.
¿Cómo aumentar tu sensación de alegría y de felicidad?
Tal y como hemos dicho, la felicidad es una actitud, es decir, es una forma de ver la vida y de afrontarla. Y, como cualquier actitud, se puede aprender y trabajar.
La felicidad y la alegría están estrechamente conectadas y cultivando la alegría (las notas de música) será más fácil ser más feliz (crear esta melodía animada).
Aquí tienes algunos consejos:
Fíjate en las pequeñas alegrías de tu día a día
Tenemos tendencia en fijarnos (y por lo tanto acordarnos) solo de las pequeñas molestias del día a día. Las personas más felices dan importancia que se merecen los detalles positivos. Busca lo bonito de tu cotidianidad y saboréalo. Te puede ayudar escribir en una libreta tres cosas bonitas del día.
Algunos ejemplos para que te inspires pueden ser: el aire frío y vigorizante por las mañanas, el buen humor de tu compañero/a de trabajo, esta canción que te gusta por la radio, las risas con los amigos (aunque sea a través de Zoom), la tranquilidad en casa después de pasar el día trabajando…
Puedes encontrar más información en este artículo (Aqui).
Atento a como te hablas
Todos tenemos un dialogo interno, esa vocecita interior que comenta lo que nos va pasando y que moldea nuestra interpretación de los hechos. Fíjate cuál es el tono general de tu voz interna.
Puede ser una voz negativa, crítica e inflexible, con mensajes del estilo de: “siempre lo haces todo mal”, “como cada día, el café está demasiado caliente” o “la gente nunca cambia, no sé para que esforzarse”.
O, al contrario, puede ser una voz amable, positiva y que te anima, como por ejemplo: “qué bien que pueda disfrutar de este café”, “felicidades por lo bien que llevaste este proyecto” o “se que estamos asustados y también se que gestionaremos lo mejor posible este conflicto”.
Muéstrate atento a tu diálogo interno y, cada vez que te “pilles” con un mensaje negativo, dale la vuelta: “me he vuelto a equivocar” puede transformarse en “se que me he equivocado en eso, la próxima vez sabré hacerlo mejor”.
Observa como hablarte mejor, con respeto y animándote, cambia tu percepción, te ayuda a sentirte mejor contigo mismo y a ser más feliz.
Cambia el chip: un problema es un reto
Continuando un poco con el punto anterior, lo que nos decimos frente a las dificultades afecta mucho nuestra manera de afrontarlas.
No es lo mismo decirte “no puedo, esto es demasiado difícil” que “esto es nuevo, voy a ver como lo hago”.
En la primera interpretación, planteas la situación como extremadamente complicada y a ti mismo pequeño e inseguro. Ya sales perdedor.
En la segunda, reconoces tu inexperiencia y aún así ves la situación como interesante y motivadora. Esto te ayuda a enfocarla como una oportunidad para aprender, para superar tus limitaciones y mejorar tus habilidades y conocimientos.
Recuerda otros momentos difíciles y como los gestionaste
Finalmente, busca en tu historia pasada momentos complicados que supiste afrontar. Seguro que hubo algunas situaciones que eran nuevas para ti o que te asustaban y que finalmente manejaste bien. ¿Qué herramientas te ayudaron? Quizás fuese hablar con amigos, prepararte bien para la situación o hacer deporte para relajarte. Usa los recursos que te funcionaron en su momento y añade los nuevos que has aprendido.
En resumen, para ser más feliz te ayudará: fijarte en los pequeños detalles del día a día, vigilar como te hablas, perseguir tus sueños y recordarte lo que vales.
No dudes en dejar en comentario lo que te ayuda a sentirte más satisfecho y feliz con tu vida.