En este primer artículo de la serie Cómo reducir el estrés y la ansiedad empezaremos por definir los conceptos de estrés y ansiedad y valoraremos si presentas síntomas compatibles. En los siguientes artículos daré consejos y técnicas para disminuir el estrés y la ansiedad.
Ten en cuenta que esto es solamente un artículo informativo. Si sospechas que padeces de estrés o de ansiedad te recomiendo que visites un profesional de la salud.
Estrés y ansiedad: ¿son lo mismo?
La respuesta a esta pregunta es no, aunque están muy relacionados.
Entender el estrés…
El estrés es la respuesta de nuestro cuerpo frente a una amenaza. Antiguamente, las amenazas solían ser encontrarse frente a un animal salvaje o a un fuego y era necesaria una acción rápida (generalmente de lucha o huida) para poder sobrevivir. Cuando estamos en una situación que interpretamos como amenazante, el cuerpo responde para aumentar las posibilidades de supervivencia. Concretamente, activa los sistemas útiles para luchar (respiración y sistema cardio-muscular) y reduce la activación de los demás ( la digestión y el sistema inmunológico, entre otros). La respiración es importante ya que nos permite obtener más oxígeno y poder responder más rápido y con más fuerza. En cambio, la digestión no es una acción prioritaria para luchar y por esa razón el cuerpo la pone «en pausa».
Cuando la situación peligrosa desaparece, el cuerpo vuelve a niveles normales de activación. Es decir, el estrés disminuye y los sistemas vuelven a funcionar con normalidad.
… en la actualidad…
Actualmente, las situaciones han evolucionado y consideramos estresante ver a nuestro jefe malhumorado o escuchar un “tenemos que hablar” de nuestra pareja. Aunque la situación es muy distinta, nuestro cuerpo la interpreta como peligrosa y activa la misma respuesta de “lucha o huida”.
El estrés es bueno en pequeñas dosis ya que nos ayuda a gestionar mejor un momento de crisis, dando una respuesta rápida y contundente. Algunos ejemplos son cuando, debido a la presión, acabamos un dosier urgente en un tiempo récord o cuando evitamos un accidente de tráfico gracias a nuestros reflejos.
…y la ansiedad
El problema aparece cuando el estrés se vuelve continuo, entonces se transforma en ansiedad.
Tal y como hemos dicho, las situaciones amenazantes han cambiado mucho y lo que puede provocarnos esta activación son realidades del día a día. Algunos ejemplos son: una relación de pareja conflictiva o demasiada carga de trabajo. La situación no desaparece (como en el caso del fuego o de una discusión de pareja puntual) sino que se vuelve continua. En estos casos, el cuerpo no puede disminuir el estrés que experimenta ya que la situación estresante continúa presente. Y esto provoca un desgaste importante en la persona que lo padece, tanto a nivel físico como mental.
Tal y como hemos dicho, la respuesta de estrés activa los sistemas para la supervivencia y los pone a niveles de activación muy altos. Si esto dura unos minutos o unas pocas horas el agotamiento energético se puede recuperar cuando el cuerpo vuelve a su estado normal de tranquilidad. Si la activación del cuerpo dura días, semanas o incluso meses, el desgaste energético es demasiado alto. Además, la respuesta de estrés reduce los sistemas de recuperación (como la digestión y el sistema inmunológico), provocando dificultades en la digestión, alteraciones del sueño, etc.
¿Cómo podemos disminuir el estrés en la vida cuotidiana?
Dicho de otra manera, el estrés es cuando el cuerpo es capaz de volver a niveles normales de activación después de la amenaza. La ansiedad es cuando el cuerpo está continuamente sobreactivado, incapaz de recuperar sus niveles básicos. Para prevenir la ansiedad tenemos que controlar y, si hace falta, disminuir el estrés que tenemos en nuestra vida diaría.
Como quizás ya sabes, el estrés y la ansiedad tienen distintas vertientes: la situación en sí, la interpretación como peligrosa por parte de nuestro cerebro, la activación corporal, la duración en el tiempo… Para poder profundizar en cada aspecto voy a publicar una serie de artículos sobre ese tema. Cada uno tendrá técnicas útiles para ayudarte a disminuir el estrés y la ansiedad. Busca los otros artículos (AQUI) para poder probar las distintas técnicas y descubrir cuales te funcionan mejor.
0: Conciencia
Este punto tiene el numero 0 porque es el primer paso imprescindible. No es exactamente una técnica, sino más bien un estudio de la situación. Eso nos permitirá actuar de la manera más adecuada a la situación. De la misma manera que cuando queremos cocinar tenemos que comprobar si disponemos de lo necesario en la cocina, en este caso necesitamos conocer cuál es la realidad.
Para poder actuar sobre algo, en primer lugar tenemos que saber con qué trabajamos. Aplicado al tema que estamos tratando, para saber cómo reducir el estrés necesitamos saber si lo padeces, en qué situaciones y su intensidad.
Este paso previo se llama conciencia o darse cuenta. Es el hecho de estar atento a nuestro estado, de detectar cómo nos sentimos, de leer nuestras emociones, de escucharnos. Nos sirve para descubrir cada cuanto estás estresado (¿una vez a la semana, dos veces al día, continuamente?), cómo lo vives (¿lo consideras normal o te preocupa?), con qué situación o situaciones lo asocias (¿el trabajo o relaciones peronales?), etc.
¿Y cómo tomamos conciencia?
De la manera más sencilla, y a la vez más complicada en nuestra sociedad: parándonos. Parar un momento, sentarnos en un sitio tranquilo y cómodo y dedicar unos momentos a nosotros mismos. Observa:
- qué sensaciones corporales tienes: ¿son agradables o desagradables?, ¿son conocidas o nuevas?…
- fíjate en tus pensamientos: ¿en qué piensas más a menudo? ¿cómo te hacen sentir estos pensamientos, más relajado o más tenso?, ¿cuándo lo piensas?, ¿tienes momentos de desconnexión mental?…
- emociones: ponle nombre a las emociones que experimentas y déjate sentirlas…
¿Cómo saber si tienes ansiedad?
Si una parte importante de los siguientes síntomas te suenan, es probable que tengas ansiedad. Cada persona puede tener unas sensaciones ligeramente diferentes, pero en general fíjate en:
- tus pensamientos: si son repetitivos y circulares, si se vuelven catastróficos de forma poco racional, si vas cambiando de temas rápidamente sin poder centrarte en uno…
- tus sensaciones corporales: respiración acelerada, sensación de incomodidad, sensación de agobio, peso o presión a la altura del pecho o en la boca del estómago, tensión en los hombros, brazos, manos y/o mandíbula…
- tu estado de humor: si estás más “borde” y te enfadas más fácilmente, si cambias de humor con facilidad, si las personas de tu entorno han comentado que te ven más agobiado, estresado o mal humorado…
- tus conductas básicas: si tienes dificultad para dormirte, te despiertas más temprano o si ha habido cambios en tu conducta alimentaria (comes más que antes o, al contrario, has perdido el hambre)
Si te identificas con una parte importante de los síntomas anteriores, es probable que tengas ansiedad y te recomiendo que visites un profesional de la salud.
Te invito también a leer los otros artículos (AQUI) de esta misma serie para encontrar consejos para disminuir la ansiedad.
Hola , es muy interesante el artículo , me gustaría recibir más
Me alegro que te guste, Nilda. Procximamente publicaremos más!